“La cejilla te permite tener duende en los once tonos” (guitarrista flamenco anónimo del S.XX)

jueves, 22 de febrero de 2018

La Taberna en la Edad Media


La Taberna era un lugar de convivencia, de encuentro social donde degustar los caldos adquiridos en la Alhóndiga y donde efectuar transacciones comerciales reguladas. Eso es lo que se recoge oficialmente Damm (2003). 

Aunque viendo como son todavía los bares hoy en día y cómo eran los hombres medievales, parece un poco idílica y es difícil no imaginarse una pandilla de borrachuzos asquerosos analfabetos (Torrales, 2004).

Pero seamos fieles a las fuentes originales (Moritz, 1356):
Estaban equipados con esos elementos que todos tenemos en mente: cuartillos, anafres, calderetas, trébedes, pailas, almireces, rallos, cántaros, orzas y tinajas. Abiertos de sol a sol y cerrados tan solo durante la misa dominical.

Por supuesto, según Damm (2003), no se deben confundir con los mesones, mancebías o ventas de distintas funcionalidades.


Se cocinaban apetitosos platos como el estofado de carne con caldo, berzas y nabos y la empanada de congrio. Al igual que ahora, el exceso en el consumo de vino daba en el “escándalo”, con altercados que acaban con los típicos muertos y maltratos. 
El derecho de admisión impedía la entrada (al menos oficialmente) de clientela indeseable: vagos, prostitutas, jugadores, esclavos y moros.


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